Con más de cien años, el conflicto árabe-israelí sigue estando de candente actualidad. Podríamos incluso asegurar que ningún otro conflicto en el mundo suscita tantas pasiones, provoca tantos estallidos irracionales o divide a las grandes familias políticas de forma tan profunda, sean de izquierdas o de derechas. Esto se confirma especialmente en el caso de Francia, donde, por lo general, se insiste en proyectar sobre el conflicto de Oriente Medio entre israelíes y palestinos los recuerdos dolorosos de las dos grandes fracturas de su historia contemporánea: la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Argelia. Y, sin embargo, si exceptuamos las posturas más extremistas, que niegan a uno u otro su derecho como nación a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas, sabemos que hace ya varios años que se ha llegado a un consenso mundial acerca de algunos principios que pretenden conciliar, en la medida de lo posible, el derecho internacional y la justicia histórica y, en consecuencia, si se aplicasen de buena fe, son susceptibles, de abrir el camino a una solución duradera.
¿Por qué, a pesar de este amplio consenso, tal solución
parece hoy en día inalcanzable? ¿Cómo hemos llegado al estancamiento actual? ¿No
deberíamos aprender del fracaso del proceso de paz iniciado en 1991 y
considerar seriamente otras vías? ¿La solución del establecimiento en la
Palestina histórica de dos Estados, israelí y palestino, es todavía factible o
deberíamos decidirnos ya por la reivindicación de un Estado binacional? No
faltan historiadores, politólogos y periodistas que han respondido a estas
preguntas con competencia y talento. El objetivo de este libro es muy distinto,
aunque, evidentemente, sus autores, Stéphane Hessel y Elias Sanbar, ofrecen sus
propias respuestas a lo largo de la conversación. El propósito consiste en
cruzar sus miradas sobre este interminable conflicto, confrontar sus
experiencias, sus sensibilidades, sus recuerdos, en principio muy diferentes si
nos remitimos a los orígenes, edad y formación de cada uno de ellos, pero que
los han llevado, al hilo de los acontecimientos, a coincidir en su compromiso
con el derecho.
A lo largo de este diálogo,
tanto el superviviente, Stéphane Hessel, como el refugiado, Elias Sanbar, se proponen explicar las razones de sus
posicionamientos pasados y presentes. El primero, antiguo resistente deportado a
Buchenwald y más tarde diplomático destinado en la ONU desde su creación, evoca
el ambiente general, justo al terminar la Segunda Guerra Mundial,
extremadamente favorable a la creación de un Estado judío en Palestina. Él
mismo estaba convencido de que la ONU debía
actuar en este sentido. Aunque desde entonces no haya cambiado de postura en lo
que respecta a la legitimidad del Estado de Israel, la Guerra de los Seis Días
y la ocupación y colonización de los territorios ocupados lo han llevado, en
los últimos años, a militar por el derecho del pueblo palestino a disponer,
también él, de un Estado independiente y soberano, de acuerdo con las
resoluciones de las Naciones Unidas. Elias
Sanbar, por su parte, solo tenía un año cuando sus padres tuvieron que
abandonar la ciudad de Haifa, en 1948, para refugiarse en el Líbano. Aquí
describe su trayectoria como exiliado, su alistamiento en las filas de la
resistencia palestina, el combate de los suyos para devolver a Palestina su
nombre, y subraya su convencimiento de que no hay reconciliación posible entre
ambos pueblos sin el restablecimiento de la verdad histórica y sin un respeto escrupuloso
del derecho.
Stéphane Hessel y Elias Sanbar
creen, en efecto, que la paz no podrá llegar si se aborda el conflicto en
términos religiosos o si se sigue insistiendo en su carácter excepcional. Así
pues, si de su libro se desprende un mensaje, es el siguiente: que los
palestinos e israelíes salgan del registro de lo sagrado, que planteen sus
problemas en el lenguaje de la política profana, que devuelvan la cuestión
palestina —y lo que también deberíamos llamar la cuestión israelí— al terreno
de aplicación de los principios comunes del derecho internacional, y
conseguirán, rápidamente, no solo firmar un tratado de paz, sino, lo que es más
importante, reconciliarse.
Farouk Mardam-Bey
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